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Comencemos de nuevo, con cuidado. No tenemos prisa, lo extrañamos. Y tenemos un agradecimiento público a hacer. Comencemos de nuevo con los que nos quieren bien y los que nos han hecho bien. "Cuidar cuando corre todo bien lanza la tristeza fuera", escuchamos en Castro. A principios de julio, volvimos al espectáculo que la pandemia ha suspendido.

¡De nuevo juntos! Comencemos de nuevo, con alegría y seguridad. "Vive leda, Castro, vive en seguridad, lanza tus miedos fuera".

Con Castro (1598) del poeta António Ferreira, es la primera incursión de Nuno Cardoso en un canon de la dramaturgia portuguesa, pionero de la tragedia clásica en Portugal. Y quiere habitar esta ficción literaria, ella misma ofrece una versión particular del drama histórico / leyenda / mito de los amores de Pedro e Inês, para mostrarla a "ver con otros ojos", revelando la modernidad y la densidad intrínsecas, veladas por la poesía del lenguaje y por la expresión. Un inmenso escenario-casa-país, un tipo de maqueta gigante de los espacios de acción, célula familiar primordial y claustrofóbica, nos enfrenta con la intimidad concreta de los personajes que se revelan cautivos de sí mismos y su intransigencia. En Castro, como en La muerte de Danton, la cuestión de la utopía (del amor, como de la revolución) es crucial. Es su negro revés que está expuesto aquí: amor / deseo y el poder como vicio y caos, como prerrogativa, impunidad y prepotencia, como ceguera que "deslustra el brillante rayo de esa antigua luz". Y cómo este deslustre turba la decisión y se reproduce, manchando el tejido familiar con sangre y venganza, en un desplazamiento peculiar del centro de atención de Castro de Inês, y de la razón de Estado como ficción y moral, para Pedro, en su relación especular con su padre, el Rey Afonso IV. "¿Qué estrella era esa tan oscura?"